JULIANO EL APOSTATA, de Gore Vidal

En la segunda mitad del siglo cuarto el cristianismo ya se había asentado en el corazón del Imperio Romano. Constantino el Grande lo convirtió en la religión oficial del gobierno y dio toda clase de ventajas a los nobles que se convertían. Muchos se convirtieron sin fe, para conseguir esas ventajas fiscales o conseguir ocupar cargos en la creciente organización eclesiástica. El resultado fue una corrupción política sin precedentes. Los distintos obispos se enfrentaban unos a otros por disputas teológicas que ocultaban ambiciones mucho más terrenales. Constantino había pensado que un dios único ayudaría a mantener unido al Imperio. A la práctica el resultado fue justo el contrario, puesto que los cristianos se odiaban unos a otros, se perseguían y atacaban constantemente donde las antiguas religiones se habían tolerado unas a otras. El helenismo perdía cada día terreno ante una nueva forma de ver el mundo mucho más oscura. Gore Vidal nos cuenta, en forma de falsa autobiografía, la ...